Pieve de Santa Giustina y nueva iglesia parroquial de Santa Giustina
La Pieve de Santa Giustina fue la iglesia parroquial de Montegalda hasta 1950, año en que se consagró la nueva iglesia.
La iglesia está situado en una pequeña colina frente al Castillo Grimani Sorlini, en una franja de territorio atravesada por importantes vías de comunicación: el río Bacchiglione, la carretera Pelosa y la calzada romana conocida como "gálica", que coincide aproximadamente con la actual SR 11 Padana Superiore. La iglesia se encuentra en territorio vicentino, pero siempre ha pertenecido a la Diócesis de Padua.
Con la difusión del cristianismo, la palabra "pieve", del latín plebs, pueblo, identifica un territorio específico caracterizado por una conjunto de fieles en torno a una iglesia principal. Las "pievi", también llamadas "iglesias matrices", estaban dotadas de baptisterio y tenían reservadas determinadas funciones litúrgicas. Las iglesias menores y capillas sin baptisterio dependían de las pievi. Las de Creola, Trambacche, Cervarese Santa Croce, Santa Maria di Veggiano, Veggiano, Montegaldella, Grisignano y Barbano dependían de la Pieve de Santa Giustina de Montegalda. Los fieles tenían la obligación de pagar los diezmos, enterrar a sus muertos y, sobre todo, ser bautizados en la Pieve.
A pesar de los muchos cambios y adaptaciones por los que ha pasado a lo largo de los siglos, la Pieve de Santa Giustina ha mantenido su estructura medieval original, formada por una sola nave con tres ábsides, una central (la principal) y dos laterales menores.
El altar mayor estaba decorado con un retablo de Giambattista Maganza que representaba el martirio de Santa Giustina. El retablo se conserva actualmente en la nueva iglesia parroquial de Montegalda, donde los visitantes pueden admirar también dos frescos de Modolo y el grandioso ciclo de frescos del presbiterio y del coro. Este ciclo de frescos cubre más de 1.000 metros cuadrados y representa figuras de santos y escenas de la vida de Cristo con formas típicas de la iconografía oriental, casi un puente entre dos civilizaciones y dos culturas. Fueron pintados entre 1998 y 2000 por el pintor rumano Mihail Ivanov y su esposa.